Hemos visto como los incendios son un factor importante en la modelación del paisaje. Sin embargo, para comprender hasta que punto esta causa está relacionada con el clima mediterráneo, es preciso tener en cuenta las peculiaridades de un entorno susceptible a las grandes diferencias metereológicas que, sin lugar a dudas, llegan a darse en los distintos ciclos anuales de lluvia y sequía.
En la imagen de satélite (en falso color por ordenador) podemos distinguir claramente la Sierra Calderona antes de los incendios de la década de los noventa y comparar su extensión con el parque natural de la Albufera (21.000 hectáreas aprox.) o la propia ciudad de Valencia (17.000 hectáreas aprox.). De esta manera distinguiremos tras los incendios dos zonas que precisan un tratamiento distinto. Por un lado la cara norte, más protegida de la radiación solar y en efectiva
regeneración, y por otro lado la vertiente sur que tras un incendio sufre más rápidamente la erosión causada por las lluvias otoñales y la dificultad de albergar vegetación que resista las altas temperaturas y falta de agua en los meses estivales.
Aún así, podríamos apreciar pequeños microclimas que se dan según la orientación específica del valle o montaña de que se trate. De hecho, hasta hace poco, recorrer la Sierra caminando nos deparaba pasar de zonas de secano a sombrías dominadas por helechos o a espesas áreas de máquia mediterránea. Por desgracia, en la actualidad la vertiente suroeste de la Sierra está sufriendo un proceso irreversible de erosión debida a la desprotección de vegetación asociada a los terribles incendios, y en suma al peculiar caracter de la relación lluvia-sequía de este clima mediterráneo.